VIAJE AL JAPÓN by Rudyard Kipling

VIAJE AL JAPÓN by Rudyard Kipling

autor:Rudyard Kipling
La lengua: spa
Format: epub
editor: LAERTES
publicado: 2014-12-09T00:00:00+00:00


7

Acerca de la naturaleza del Tokaido y de la construcci ón ferroviaria japonesa. Un viajero explica la vida de los sahibs, y otro el origen de los dados. Acerca de los niños en la bañera y el hombre con el d. t.70

'Cuando bajé al infierno hablé

con el hombre del camino.'

(Dicho antiguo)

Ya saben la historia del minero que tomó prestado un diccionario y lo devolvió con la observación de que, si bien las historias eran en general interesantes, eran demasiado diversas. Tengo la misma queja en contra del decorado japonés; doce horas de ese decorado en el viaje en tren de Nagoya a Yokohama. Hace unos setecientos años, el rey de aquellos días construyó una ruta junto al mar que llamó el Tokaido (o quizá fue toda la costa marítima que fue llamada Tokaido, pero tanto da), 71 ruta que perdura en la actualidad. Más adelante, cuando intervinieron los ingenieros ingleses, siguieron más o menos fielmente la idea del Grand Trunk, 72 y el resultado fue una vía férrea ante la que cualquier nación debería quitarse el sombrero. La última parte de la línea directa de Kyoto a Yokohama fue abierta sólo cinco días antes de que el Profesor y yo la honrásemos con una inspección no oficial.

La organización de todas las cosas está dispuesta en beneficio de los japoneses; y eso es deprimente para el extranjero que espera, en un vagón que se parece remotamente a los de la East India Railway, las comodidades de esa vieja línea verde guisante y polvorienta. Pero a los japoneses les va de maravilla; brincan al andén en una estación de cada dos — pro re nata — y de vez en cuando pierden el tren. Hacía dos días, se las habían arreglado para matar a un funcionario gubernamental de alto rango entre un marchapié y un andén, y hoy los periódicos japoneses debaten seriamente en torno a las ventajas de los lavabos. Lejos de mi intención interferirme en las disposiciones de un imperio artístico; mas, para un trayecto de doce horas, por lo menos deberían existir disposiciones de alguna clase.

Habíamos dejado al pie de las colinas los cultivos apiñados y corríamos siguiendo las riberas de un gran lago, azul de un extremo al otro salvo por las salpicaduras de pequeñas islas. Luego el lago se transformó en un brazo de mar, y lo cruzamos corriendo por una calzada cortada en roca; desapareció la desenfrenada abundancia de pinos; los árboles tenían que descender envueltos en la humedad de las pendientes y combatir, con la cabeza agachada, los brazos extendidos y los pies firmemente plantados en el suelo, contra las arenas del Pacífico, cuyos rompientes humeantes estallaban a menos de un cuarto de milla de la ruta. Los japoneses lo saben todo de la silvicultura. Fijan con estacas los torrentes de arena erráticos, a los que todavía se permite arruinar nuestros cultivos en el distrito de Hoshiarpur, y afianzan una duna de arena deslizante con presas de zarzales y pinos jóvenes, tan limpiamente como si clavasen tablas.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.